Narciso California

El Alain Delon de "Rocco y sus hermanos" lentamente se desnuda quedándose sólo con una hoja de parra negra de nylon muy ajustada. La ropa la lanza sobre los cactus y Mirón le observa desde la tumbona jugueteando con un balón de plástico de Nivea. Nadie más observa la belleza de Narciso Delon. Sabe que si se bebe el agua del Pacífico de la piscina, podría ahogarse. Espera y es como una ducha de sol, tumbado en el bordillo, el mapa del granito impreso en su cuerpo. La mano en el agua parece acariciar a un cocodrilo. Excitado, Alain Narciso sube las escaleras del trampolín. Es un pájaro en una rama. Su reflejo en el agua es impresionista. Narciso quiere cazar a Alain. Delon quiere besar a Narciso. El reflejo de Narciso abre la boca y los brazos para recibirlo. Los pies como aguijones sobre la tabla quieren clavarse en la ego-diana. Bronceada fibra la de Alain, sus labios rojos desorbitados con ganas de hacer espuma. Al primer salto ve palmeras sobre las montañas. Al segundo, la montaña rusa y la noria. Al tercero, un águila. Se mira fijamente a los ojos suspendidos en el aire. Y por fin cae. Y la belleza toca fondo. Alain empuja a Narciso contra las baldosas. La Muerte tiene sabor a cloro y Mirón descubre que los cadáveres flotan tras volver de la cocina con un vaso de ponche.

Telequinesia

La olla explota. Los perros ladran fuera y la televisión se apaga cuando los cajones se abren y cierran. El jarrón cae añicos, mis pelos se erizan y la electricidad de mi cuerpo se adhiere al sillón que comienza a girar y me coloca frente a la ventana donde el pájaro posado cae abatido. Al aire es atrapado por el halcón. Las farolas se encienden, las primeras gotas de lluvia caen destiñendo la ropa colgada. Por el peso, las pinzas que sujetan las prendas saltan y me dan en los ojos. Grito y el vaso explota y la leche mancha la alfombra. El gato se acerca a beberla y vomita al ratón que se resguarda en uno de mis zapatos que anda ahora arrastrándose solo, chocando con otros zapatos, los tuyos, que dirigen mi mirada a tu cinturón que estalla y luego a tus ojos, que me observan estupefactos.

Ícaro

Hecho el molde, las alas pulcras
parece Venus.

Ícaro se siente orgulloso. El Sol,
las águilas.

El acantilado es la salida,
el viento.

Ícaro canturrea, ligero
los pies en la tierra.

Ícaro vuela, el mar bajo
metros. Ícaro grande vela.

El Sol la enciende, se consume.
El agua es piedra.

Preso (guillotina II).

En la plaza el alboroto, un extraño
orgullo cala sus huesos blandos

Espera en la celda, la piedra
gotea, el tiempo se alarga siglos

Su corazón bombea rápido podría
subir una montaña a ese ritmo

No hay edad. Nada en abundancia
de moscas, resín y harapos

No siente el peso de los grillete

El cuerpo flojo de no comer pasteles
en platos de oro

Las perlas le sirven de rosario

Cierra los ojos y parece que lo hiciese
por última vez

La saliva sabor maquillaje
Los ojos se llenan de lágrimas

Los pasos de los verdugos

El bamboleo de brazos fornidos
y guantes negros

El Mago hará su truco sin vuelta atrás
La Picadura sin antídoto

Será como nuez su cuello.
Será como un collar la guillotina

Antes de caer, se arrepintió a pesar
de ser inocente.

Preso (Guillotina)

Las gotas de sudor del preso forman un
charco.

El rayo de luz le ciega, el primero
de los túneles.

La orina encima le calienta, gana
la partida al primero de los fríos.

Bebe agua, para qué.
No tiene mobiliario que destrozar.

Da cabezazos contra la pared,
prepara su cuerpo.

Alucina o reza.

Le molesta ser el primero. Al que vendrá
después le molestará ser el segundo

olerá su sangre antes de que brote la suya.

El cabello se ha vuelto pardo, gris, blanco.
Ya es un fantasma.

Los pasos de los verdugos se escuchan.

Lo encuentran haciéndose el muerto.

Desenganchado de las cadenas se siente
más preso.

En procesión lo alzan, con el jolgorio
lo encajan.

Sabor a madera, el segundo de los fríos.

La caída de la cuchilla, el segundo de
los túneles.

Dehesa

Los dos galgos que te pasean
son como dos esfinges que te protegen.

Al golpe ese bastón produce terremotos.

Debajo de la boina guardas semillas en primavera
hiedra cae sobre tus orejas y a las doce el barbero poda.

Si el invernadero es un iglú y el salmón es un conejo,
la soledad de la Dehesa es la soledad del Ártico.

Sí. Los zorros allí son blancos.

La viña moriría. Es la espada del narval
la sangre, el iceberg.

También en la Dehesa no todo es lo que parece.

Las serpientes aguardan entre los arbustos,
las bellotas son bolindres que resbalan.

¿Qué harás tú en el Desierto?
¿Qué harías con las jaulas de las perdices?

Los alacranes negros escaparían. Marruecos
no está lejos quizás volverían.

Solo al alba te encuentras,
respiras un año más cada mañana.

Estás enterrado allí aunque no veas las raíces,
estás atado a la encina más longeva clavado
en el alcornoque más poroso.

El encantamiento del atardecer te emborracha.

Descalzo con las tres botas sobre el hombro,
la espiga y el cigarro en la boca los galgos
son como dos esfinges que te guían.

0123456789 Suroeste

Zero negro. Um café. Duas folhas. Uma da árvore, outra de papel. Três dedos. Agarro o lápis. Quatro cadeiras para Cinco turistas. Seis peixes na fonte. Sete passos até lá.
O som do Elétrico OitoE. A última das Nove vidas do Gato.

Moscas

Tres moscas tornasoladas forman un triángulo
isósceles sobre la mesa de mimbre resquebrajada.

Al golpe,

la geometría se volatiliza sin dejar rastro,
vacía de puntos negros.

Yo no he hecho tanto, no he abierto la boca,
mis ojos han sido El Mago.

Quizás huela mal,

porque vuelven, y no sé si serán las mismas
ahora forman un triángulo escaleno.

Y quieto al azar, las observo formando constelaciones
a las que yo sólo puedo nombrar.

Una de ellas se llamará Tú.

Él

No sé si fiarme de ti.
No sé de qué color tienes los ojos.
Sigo teniendo el molde de tu cicatriz.
Lo utilizo de cenicero.
Tu partida de ajedrez ha terminado.
Has perdido, era una ruleta.
Me dijiste que existían varias dimensiones.
¿En cuál estoy ahora?
Tus diamantes horizontales.
Tus recuerdos de frigorífico.
Tus noches en vela dentro del pentagrama.
Tus grandes párpados como mariposas.
Desnudo en tu jaula interior.
Buceaste vestido en la piscina.
El baúl lleno de pañuelos te delata.
El único que tengo ondea hacia tu tren.
Es el mismo con el que lloré.
No fui a tu concierto, disculpa.
Estuve acariciando las líneas de mis manos.
Tu laberinto es un círculo.
Tu bicicleta estática es una tumba.
Amigo de sangre.
Yo ya no abriré más la boca.
Me reconocí odiando.
Tus dibujos de plantas carnívoras.
Ya no soy tu mosca tornasolada.
No supe decidir entre la pistola.
No supe decidir entre el ramo.
Durante la noche rezaba.
Fui un beso. Fui un esclavo.
Pero apareció él.


V.

Voy a odiar este poema
dentro de un mes.
Imagina que ni ahora me gusta,
imagina lo que vendrá después.

Lo romperé en cien trozos.
Lo quemaré.
Lo enterraré en cien hoyos.
Escupiré sobre él.

Se lo daré a comer a los pollos.
La gloria ya habrá besado mis pies.

III.

Fumo el cigarro al revés, da igual, es una cuestión de tener algo en la boca. Veo amaneceres en la televisión, es cuestión de huir de mi sombra. El río corre hacia atrás. Leo el periódico comenzando por la página final. Sucesos. El desierto está a la vuelta de la esquina. Los pájaros anidan en los suelos, en las copas la basura se aglutina. Sabes que el cielo es un vertedero intergaláctico, da igual. Si mi destino comienza en la página de astrología, termina. La cabeza en el suelo. Fakires. Turbantes que esconden espinas que esconden semillas. Coronas que esconden rubíes que esconden insectos que esconden hemoglobina. Azul que sólo es pigmento. Negro que sólo es vida. Vasijas vacías. Espejos sin reflejos. Un vampiro no se sacia simplemente con las manchas de tu ahorcamiento. El lápiz es un pendiente. Los baúles guaridas. Las heridas son victorias de plata o de bronce. Oro La Muerte. Blanco bata, continuación del camino hacia la libertad que no importa. El océano es la tierra. Sólo tiene una estación. Escribo con tiza "la pizarra". Escribo con prisa "calma". Digo con petulancia "no sé nada". Escribo con orina "agua".