Thor

Lo conocí a la salida de una discoteca. No recuerdo su nombre. Me llevó a casa en brazos demostrado tener una fuerza sobrehumana. Ese verano había decidido no hacer dieta. Le di mis llaves y consiguió abrir las puertas con una sola mano mientras sostenía mi cuerpo con el otro brazo. Su pelo engominado despedía un olor a plástico y dulces. Me sorprendió que su barba fuera débil en comparación con el matojo rizado que cubría su cabeza. Parecíamos unos recién casados cuando entramos por el umbral de mi dormitorio. Le dije que me disculpase un momento para ir al baño. Aproveché para retocar mi maquillaje, cardarme el pelo hacia un lado tapando uno de mis ojos a lo Verónica Lake, y embutirme en un picardías de seda violeta. Para hacerme de rogar, me pinté las uñas de los pies y tardé veinte minutos soplando sobre ellas y sólo paré cuando me di cuenta de que estaba hiperventilando. Una gota de perfume. A lo lejos él me comentaba que le gustaba mucho el papel de pared que había elegido. Antes de que comenzara a hablar sobre él, salí del baño lentamente haciéndome la vamp y me acerqué a la silla de mimbre de orejas donde reposaba. Sus besos desconocidos eran tan apasionados como el de cualquier exnovio conocido. Sin desvestirse, me quitó el camisón y arrancó mi ropa interior. Mi vanidad por un momento me hizo pensar “quién rompe paga” pero me dejé llevar pensando en las próximas Rebajas. El logotipo de su camiseta en forma de puño comunista parecía que me estaba penetrando con sólo mirarlo. Le bajé los pantalones de cuero y descubrí un clítoris. No me molestó, porque sentía que su lengua estaba erecta, sus pies estaban erectos, su cabeza estaba erecta.

Diván

Lánguidos huesos mullidos a los perdedores los hace musos
Tantas manchas de maquillaje tantos pelos rizados tantos cojines de borlas
Estandarte decadente al que se agarra el silencio.
Las axilas succionan humo de cigarrillos blancos la escultura de carne en su tumbas barnizada suspira.
Llevas la corona de laurel (desparramada) y el cetro sexual pero no te confundas:
Sigues siendo el bufón.

Axilas

Olor descriptivo de qué – axilas
dulce alarma de melocotón

Primer día de putrefacción
Mi cuerpo me está violando
El marco de mis brazos delgados,
unidas las manos apuntando al techo

No hay mejor perfume - he fabricado
excedente de ingrediente secreto
Orgasmos desprendidos – axilas

Me reconozco
estoy vivo
demasiado verano

Órganos planos – axilas
No me escondo
es un abrazo
fuerza quieta del soy contenido

Alucinación hormonal o
irreconocible valor del esfuerzo aburrido
Nostálgicos puentes – axilas
Abiertas como bocas de pez
Como plantas carnívoras.

Máscara (Los diamantes también son el mejor amigo de los hombres)

Joserra y Marc acordaron en reunirse en casa del primero para concretar el Plan. Se habían conocido hace unos días cuando se sacaron las navajas mientras deambulaban por el polígono industrial. Ya habían decidido qué hora sería la H, qué coche C utilizarían para el alunizaje y qué joyería J robarían. Sólo les quedaba por acordar algunos pormenores p. Después de varios güisquis solos, Joserra le abrió su corazón a Marc tanto como se le puede abrir a alguien con quién decides cometer un robo (completamente y asumiendo todas las consecuencias). Marc asumió de forma natural que Joserra quisiera utilizar una careta de Greta Garbo para el robo, y estuvo de acuerdo, y él utilizaría  la de Marlene Dietrich.

Esa noche todo salió a la perfección: Greta y Marlene estaban estupendas vestidas de negro de pies a cabeza. Dentro del coche robado se miraron lánguida y misteriosamente y realizaron un alunizaje perfecto y elegante. Se apresuraron a robar las mejores piezas y volvieron a casa derrapando, abandonando el Ford F en el descampado D y cargando con los sacos llenos hasta casa.

Pero esa madrugada, rodeado de gargantillas de rubíes y cafés solos, Joserra asumió sin sorpresa que Marc quisiera probarse una de los collares de diamantes frente al espejo.

Joserra se acercó sigilosamente a él con una corona de amatistas estilo Luis XIV y le entregó unas pulseras de zafiros y oro blanco para que se las pusiera.

Se desnudaron completamente, dejando las alhajas sobre sus cuerpos llenos de marcas,  heridos por arma blanca desde la infancia. Se hicieron fotos que quedaron cegadas por la combinación del flash sobre las piedras preciosas. Apagaron las luces y se dijeron tres veces Elisabeth Taylor. Rieron.

Nadie los vio, pero el choque de las joyas produjo un tintineo que delataba que se besaban en la oscuridad.
****



Ella

Tu cigarro no se consume nunca.
Eres una estrella a punto de explotar.
No duermes.
Tú teléfono siempre está apagado.
Te quiero.
No te creo.
Pero me haces sentir especial.
Me vale.
Me humillas con tus desprecios.
Pero al menos van dirigidos a mí.
Es sólo mío este dolor.
Tu sonrisa siempre es sarcástica.
Mitómana.
Tienes pósteres de ti misma.
No sueñas.
Te vengas de mí con tu belleza.
Me retas desnuda frente a mí.
Me has robado a mis amigos.
Les caes mejor a mis padres que yo.
Siempre serán míos.
No comes.
Tu personalidad caleidoscópica.
Te ríes de mí.
Mi forma de vestir es la adecuada.
Me dices que soy un chico fácil.
Sabes que nunca llego al final.
Será que soy difícil.
Me escupiste.
No te soy indiferente.
Mis silencios son más fuertes que tú.
No sé de quién me hablas.
Pero me hablas a mí.
Eres un favor para mí.
Estoy conectado.
Te soporto soportándome.
Me obligaste a mirarme al espejo.
Me insultaste.
Tu copa de vino siempre está llena.
Me robaste mi mejor camiseta.
Dices que te queda mejor a ti.
Invadiste mi casa, mi cama.
Me obligaste a escuchar tus discos.
A leerte el horóscopo.
No me diriges la palabra.
Tus amigos que antes eran los míos.
Ni siquiera saben que existo.
Te necesito.
Querría ser como tú.
Tener a alguien que me adore.
Durante la noche agradezco.
Fui un esclavo.
Pero apareció ella.

"El aprendiz de ayunador" por Juan Carlos Ceballos Cristiano

Por motivo de unas jornadas de trabajo intensas en la oficina, llevaba tres días sin comer. Sin llevarse nada a la boca. Sin probar bocado. Y ni siquiera se había dado cuenta. Por lo que aprovechando la ocasión decidió hacer ayuno. En las últimas décadas muchos presos políticos o políticos en libertad hacían huelgas de hambre para reivindicar una causa. Este aprendiz de ayunador no sabía que excusa poner como lucha para su falta de hambre forzada. Tendría que pensar en ello. Hacer una tabla en Excel con las más llamativas o mandar un correo masivo para que la gente opinara. Él simplemente se dejaba llevar por el ayuno, pero tenía que fingir que lo hacía por una razón “seria” o altruista. Ya sabéis, una razón por la que merezca la pena morir de inanición. También había escuchado que algunas superestrellas religiosas la practicaban para estar más cerca de Dios. Tendría que pensar en eso también. Tendría que decidir a quién quería acercarse con aquello, aunque no le importase en absoluto. Lo apuntó en un post-it. Puso la foto de Gandhi en el salvapantallas del ordenador. No tendría que moverse de la silla del despacho, se alimentaría de números a partir de ahora. Pensó que nadie había propuesto una dieta basada en números. Ya sabéis, en integrales, por ejemplo. Por no hablar del dinero que se ahorraría en trajes. El cinturón y la corbata podrían ajustarse cada vez más a su cintura y cuello en cuanto fuera adelgazando. Sus compañeros de trabajo no notaron su bajada de peso. Estaban demasiado ocupados en aprender a utilizar los palillos para comer la comida china para llevar que cada noche compraban en el restaurante de la calle donde se encontraba el rascacielos. Subir los ochenta pisos en ascensor era el mejor deporte para el ayuno. Y hacía este trayecto varias veces durante el día, en los descansos. La gente admiraba a este aprendiz de ayunador por el simple hecho de que no llamaba la atención. Sabían que estaba allí, encerrado en uno de los despachos de la planta cincuenta y siete. Y no daba problemas. La taza que solía utilizar para el café ya pesaba demasiado, entonces ¿por qué hacerla más pesada llenándola de agua? Sí había oído que algunos de los mejores ayunadores se permitían el lujo de beber un poco de agua de vez en cuando o mojarse los labios, pero para él eso era hacer trampa. Pasaban las semanas y nadie reparaba en el aprendiz de ayunador. En las reuniones creían que no estaba allí o que estaba de perfil mirando a la puerta, inquieto por salir de la sala debido a algunos asuntos urgentes que debía resolver fuera. La silla de cuero cada vez se le hacía más grande. Se resbalaba y caía debajo de la mesa. Tres veces al día el aprendiz de ayunador se agarraba fuertemente a ella y daba vueltas sobre sí mismo durante algunos minutos. Era otra de las disciplinas deportivas que se imponía como ayunador. Si el resto de sus compañeros normalmente no solían hacer nada en el trabajo, escaqueándose constantemente, perdiendo el tiempo en la máquina de café o yéndose de compras, él les ganaba porque no sólo no hacía nada sino que llegó un momento en que no podía hacer nada más que ayunar. Era su propio jefe en aquella empresa. Tomaba sus propias decisiones con respecto a como conseguir los objetivos y con qué estrategia. ¡Y con el mínimo gasto! Fue un problema cuando llegaron las vacaciones de Navidad. Ya habían pasado cuarenta días desde que decidió aprovechar el tren del no-hambre que paró en aquellos primeros tres días de jornadas intensivas. Hasta su propia secretaria dejó de verle. Ella pensó que estaría en las Bahamas. Con el esfuerzo que suponía asistir a las últimas reuniones antes de acabar el año, lo confundían con un paragüero, intentaban colgarle en las orejas gabardinas y bufandas. La señora que se dedicaba a limpiar la oficina pensó que era un ficus en mal estado y lo regaba. Esto era un sufrimiento para él porque no quería tomar agua y tirar por la borda tantos días de disciplina. Cuando habían pasado noventa días le invadió un ataque de ego pensando en que normalmente los grandes ayunadores de la historia necesitaron de los medios de comunicación para dar cuenta de su proeza. No pensaba así antes, pero había llegado un punto en que sentía que estaba haciendo algo grande mientras el se empequeñecía, sobre todo porque no se apoyaba en ninguna razón que supuestamente le diera fuerzas para mantenerse en ese estado. La nada para llegar a la nada. Quería compartir esa felicidad con el resto. Como dijimos antes, su sigilosa estrategia empresarial-corporal con el mínimo presupuesto. Pero antes de intentar apretar cualquier botón, lo acabaron intuyendo sobre la alfombra de su despacho cuando se desmanteló la oficina para traspasarla a la planta setenta y tres. Pillaron in fraganti a uno de los mozos de carga llevando unos gemelos de oro blanco que adornaban las mangas de su uniforme sucio. Su familia no tuvo que gastar ni un solo billete en la incineración. Se había volatilizado. Había cerrado un perfecto trato consigo mismo. Un ayuno con un cero absoluto en la columna del pasivo del balance de su cuerpo.

NO-MICRORRELATO

Este texto no es nada interesante. De hecho, es lo más aburrido que has leído en mucho tiempo. No tiene principio, nudo o desenlace. Los crearás tú decidiendo leerlo, aguantando hasta el final y extrayendo tus propias conclusiones. Tú eres el personaje principal y el secundario. Se podría decir que es un contador de palabras. Una suma de caracteres. Una cuenta matemática. Un timo. Su género sería “cara dura”. Las “musas están de vacaciones” podría ser su título o quizás “pérdida de tiempo”. Ni  siquiera servirá para comértelo como una sopa de letras. Este texto está crudo, apuntaría que está incluso vivo. Te convertirás en un caníbal de la literatura si lo lees y tendrás una digestión pesada. Es un antídoto para que el resto de cosas que leas te parezcan buenas. Es un medicamento. Recomiendo que repases este texto dos veces antes de comenzar “El hacedor (de Borges) Remake", de Agustín Fernández Mallo. Lo peor es que ni siquiera se ha escrito bajo los efectos de ninguna droga ni por enajenación mental. No tendrá un final abierto. Aviso por adelantado que el peso del texto no recaerá en la última frase.

Las señoras que se cuelan en los supermercados son La Muerte.

Esa señora que parece indefensa es La Muerte. Carga en sus bolsas de plástico huesos y huesos de gente. Por eso se desespera cansada en cada esquina y tiene que caminar lenta, respirando tres veces seis por cada compra de carne humana que pesa. Luego en casa los maquilla para el viaje definitivo. Sólo los ricos viajan en carro de la compra. Hay varias señoras que hacen ésto. Que son La Muerte. Mediadoras de Lo Oscuro. No les pagan muy bien pero es lo que tiene haber firmado un contrato con sangre. Estas señoras no envejecerán más. Pero cambian de cuerpo varias veces. Es una de las razones por la que la población en el mundo está envejecida. La Muerte se mantiene viva.

Rayuela (Consejos de juego para hombres heterosexuales)

Muchos hombres heterosexuales juegan a la Rayuela sobre el cuerpo de las mujeres y pierden: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10.
Quizás ellas prefieran el 4, 6, 8, 9, 10, 1, 3, 4, 2, 5.
Quizás a veces sólo les apetezca el 5, 5, 5, 5, 2, 3, 5, 5, 5.
Las tetas en Nicaragua, Japón o Sudáfrica son iguales.
No pienses que todas las tetas esperan dólares.
No pienses que las tetas esperan.
No pienses.
No pienses mientras chupas sus ojos de leche mientras el Gran Ojo te observa.
Intenta conocerla mejor haciéndole una radiografía en horizontal.
Hazlo tan bien que su cuerpo retenga en su memoria de carne lo que le hiciste.
Escribe en su espalda con el dedo “aliento” y en su vientre todavía no embarazado “siempre”.
Intenta que sus orgasmos cuenten más de 10.
Que la Rayuela dure lo máximo: una calle entera, un malecón. Hasta el mar.
Leed algo después.
Tacha en tu agenda su nombre si quieres. No es un contrato.
Apunta su talla de sujetador, si quieres, pero sólo para regalarle uno al día siguiente y coser tus iniciales en él.
Y háblale de la “futilidad de la memoria” para justificar que mañana
no será sólo una cruz en la lista.
Que será algo más que Emma, Sofía o Giovanna.
Que será.
Que serás.
Que.
Que tú para ella no serás un dildo más.
Qué tú para ella serás algo más que Claudio, Tizziano o Giulio.
Que tú para ella eres también una Rayuela.

Parto (A Genoveva)

En la piscina un verso escrito por cada largo nadado.
Burbujean las ideas.

Sumergido como en el útero de mi madre me observa
como si se viese desde fuera.

Parece decirme: no vayas tan lejos a encontrar la respuesta porque es de mí de donde te llamaron.

Corto el cordón con este verso,
el ombligo es de papel rayado.

Dos hostias en los dedos de tinta
me obligan a firmar en el Libro
de familia
sin seudónimo.

Todos los poetas son primos.
Todas las madres son actrices.

Charca

Es la hora de la comida.
Un mazo sobre la mesa.
Me estoy volviendo loco o aburrido.
Me daré un baño en la charca llena de libélulas.
Paro seco. Un pie sumergido.
Hormigas de buda sobre mi palma de la mano
terráquea del mundo.
El agua forma un monasterio de almas rasgadas.
Reflejaré mis dudas de plata en las escamas
tornasoladas de los peces.
Mi esperanza sobre los renacuajos.





Calzoncillos blancos

Tus calzoncillos blancos te delatan
en la oscuridad que vienes hacia mí

Tus testículos tienen andar de pato

Y el roce del algodón con los huesos
preludio del sexo emparedado

Futuro abrazo bípedo,
resbalas levitando por el pasillo
como en el túnel yendo hacia la luz
de mi cama.

Tus calzoncillos blancos te delatan,
luciérnaga que circula tonta
en el túnel yendo hacia la negritud
de mi cama.

Sin sorpresa. Sin Susto

Tus calzoncillos blancos se camuflan
en mis sábanas.

Carretilla de obra

Máquina discapacitada
Es un perro más de metal

Vigila la tierra y la carga

Reposa vacía sobre sus muletas y su ojo rodante

(Cíclope
Dos astas
Volante)

Sufriendo la gravedad de las sales minerales
Compone la música turbulenta del camino

(Arde a la sombra)

Cruz marxista al ras
Hierro que carga amasijos de hierro

Podría construir palacios
(Es sólo una cuestión de Tiempo)

Siglos de suelo.

Columpio en el árbol

           péndulo de hipnosis infantil
 espejo de risas jocosas
                        catapulta risueña
       divertida rosa borrosa

 pájaro de cuerda y madera 
        atracción verde de feria sumisa
 esta higuera soporta tus nervios
              anexo de venas de fibra

             /silla de angelitos/

    velas de sol en la sala de espera
 es el misterio entre quién empuja
                            y vuela

(newton come brevas,
                                 nada grave).

La bala en el agua.

No hay que ser un cowboy para darse cuenta de que esta piscina tiene forma de pistola.
Después de quince largos de ruleta rusa me he sentado a tomar el sol en el gatillo desnudo.
La pistola de cloro está rodeada de margaritas y apunta directa al potro que huye asustado por la violenta forma de los azulejos azules. En el silencio
Mi metro setenta y dos se tensa esperando el próximo disparo:

Esta vez la bala volará al estilo mariposa.

2 kilómetros de puente (A Adelien)

observar el atardecer desde la entrada del Puente 25 de Abril es como poner la guinda a un pastel de nata hecho por las manos delicadas de una monja que jamás tocó sus pechos

(Camino rápido como un rayo matando ovejas)

Soy un guiño en un vagón de metro atestado de gente.
Mis pensamientos corren breves como las bolas en la jaula del bingo.

No volveré a querer a nadie. Tú serás la última.

El que de pie, siente que la cabeza está enterrada en la tierra.
Los pies pesados levitan, el agua y el aceite se mezclan.

El que templado, en su punto de combustión espontánea
sin querer hablar, haciendo de la cocina Tierra Santa y del baño celda.

Mis pupilas dilatadísimas por la excitación de vivir vendados
por un jirón de camiseta de flores gastadas.

Las veinticuatro horas con la manzana sobre la cabeza.

Afeando mi cara, dejando crecer el vello hasta que caiga al suelo.

Los pasos de pato perseguido por el zorro al que persigue el cazador gordo.

La manta del imán a 40 grados. La balanza con hierro y paja.

La alhaja bien diseñada pero falsa. La sonrisa postiza bien fijada.

La rima en a asonante cabalga sin estribos ni silla embarazada
arriesga a chocarse.

La tinta china y la pluma a desparramarse
sobre la mesa de mármol fría y expectante.

Vomito a mitad de garganta, limbo eterno y delirante.

Paz finalmente en silla de ruedas o guerra con fuegos altos, lindos y destelleantes.

(Risa entrecortada
respiración asistida
cuerpo tambaleante)

Ducha fría en verano, siesta transtornante.

Labios rojos de hedor repugnante.
Postales de la ciudad de Gante. Adelien, estás ausente en esta red social astral vibrante.
¿Puedes oírme?

Gelatina

Chupo, lamo y engullo. ¡Se mueve tanto! Está nerviosa. Hecha un flan.
Es agua travestida. Sorbo, muerdo y trago. Ligera. Insípida. Vulgar.
¡Desaparece tan rápido! Su vida ha sido corta y superficial. Normal.
Golosina que pretende ser montaña. Rebaño. Fue vacía y brillante.
Un molde sin personalidad, ridícula y desparramada en mi estómago.

¡La cuchara hizo tan poco esfuerzo! Una ducha, una fiesta de pijamas.
Efímera fresa polvorienta, tan de plástico como su envoltorio. Tonta.
Luchó por ser vertical pero no murió de rodillas. No pesa, se mezcló.
Mi porciento de H2O rosa. La fiesta empieza ¡qué divertido interior!
Hasta el amanecer de mis heces. Volará hasta el mar rápida. Marrón.

¿Alguien ha visto mis gafas?

Juraría que las había dejado encima de la mesa donde tengo el teléfono. Creo habérmelas quitado cuando me llamaste. No forzar la vista mientras hablo por teléfono agudiza mi sentido del oído. Pero ahora no encuentro mis gafas y he quedado para ir al cine. Pensarás que ir al cine o tener una mesa para el teléfono es algo anticuado. He buscado en el baño. A veces me doy baños con las gafas puestas para leer con mejor detenimiento la composición del gel. Hago muchas cosas desnudo y con las gafas puestas. No puedo evitarlo porque ya forman parte de mi cuerpo. Son una extensión de carey. Pero ahora las necesito y parece que la tortuga se ha metido debajo de la cama, el sofá o el armario. Mientras ato un nudo en un pañuelo blanco y rezo a San Antonio, reproduzco el camino hacia atrás de mis últimos movimientos. Vuelvo a sentarme al lado de la mesa del teléfono. Me levanto y voy a la cocina. Estaba preparando un café cuando llamaste. Busco dentro del frigorífico porque mi imaginación vuela tan alto a veces que las conexiones de mi cerebro mandan mensajes erróneos a mis extremidades. Vuelven a llamar por teléfono. Vuelves a ser tú. Me pides disculpas por lo de antes. Ahora recuerdo que tu comentario sobre los publicistas no me hizo mucha gracia. Me dices que estás muy perdida y que no sabes quién eres. Cuando descuelgo tengo una fuerte crisis existencial y yo tampoco sé quién soy. Voy al espejo para intentar reconocerme y tengo las gafas encima de la cabeza.

Humo y ambrosía

Flaubert decía que no era interesante para el lector leer sobre la madre, el novio, el abuelo o cualquier otro familiar del escritor. Y si éste último escribía sobre ellos, demostraba mal gusto y ganas de aburrir. Yo estoy de acuerdo hasta estas próximas trece líneas. Recuerdo que la polaroid que le hice a mi abuelo Félix cuando tenía doce años fue utilizada por mi tía para pintar un retrato al óleo. Luego con veintiséis, le hice una foto con mi cámara digital al cuadro. Confieso sin temor a ser tachado de loco que a veces mi abuelo se me aparece en forma de humo blanco de cigarrillo negro. Esté en cualquier habitación de hotel de cualquier ciudad o pueblo, mi pituitaria lo reconoce inmediatamente cuando me visita. Por ejemplo, el otro día mi hermana mayor Rosaura, con la que paso mucho tiempo y que me aloja en su casa en días en los que sufro de melancolía, me preguntó si había fumado en su habitación de invitados, porque según ella le había llegado hasta la cocina donde preparaba ensalada de ambrosía, un olor parecido a como olía la habitación de nuestro abuelo. Sonreí para mis adentros y sin miedo de ser tildado de fantasioso, le expliqué que no había fumado, que estaba dejándolo y que no iba a tener la desfachatez de fumar sabiendo cómo ella lo detestaba. Me atreví, por tanto, a relatarle las experiencias que había tenido en otras ocasiones. Ante mi sorpresa, no pareció darle importancia y continuó en silencio descascarillando una piña como si nada hubiese sido narrado.

Dinero (Veo tu cara en todos los billetes).


Hay una moneda dorada abandonada en medio del campo.
Nadie la ve porque está debajo del arbusto.
En su día fue una rana en el charco.

De camino, lío un billete como cigarrillo negro.
Pagaré en puros cubanos.

De paso, chupo sellos azules.
Estampo caras.

De nuevo, busco en las esquinas de los bolsillos.
Encuentro cinco milímetros de cobre que reactivan
mi máquina.

Fundo en oro el anillo.
Descambio los lazos rojos y los envoltorios pomposos y brillantes.

Hay un fajo debajo de la cama.
Nadie lo ve porque mi cabeza está sobre la almohada.
(Veo tu cara en todas las fichas de póquer).

Algas

Han cortado el pelo a Medusa
Se enredan a mis pies como sandalias
Pegajosas cadenas de fantasma
Me atan al Origen.
Me pesan
Subido a la báscula achatada
Gusanos vegetales momifican mi planta
Cosen mis rotos, cicatrizan las huidas,
Embellecen el llanto, parchean.

#TrincheraEnLaPlaya

Trinchera en la que yo soy mi enemigo mareado por el cloroformo que me aplico
espero la caída de la noche para emboscarme.

Bebo güisqui y bailo agarrado a mi pecho hueso cicatrizado.
¿Qué hay detrás?

Mi sangre dentro de una bala, saltar cinco centímetros del suelo, vahído no fingido y calma negra al aire.

La curiosidad está en la cima enrollada de los matojos que picotean los buitres.
(Mi carne plástico dentro de una hora).

Contra mi espalda me tiendo la mano y apoyo la cabeza en mi hombro. Me fundo y exploto.
(Oler a pólvora y algas) (Faquir de casquillos y conchas)

El Hoyo espera que se le devuelva su vestimenta. (Mi abono)

Huyo quieto silbándome al oído. confesando que maté a varios hombres con la frialdad con la que pongo una hebra en mi boca.
(El cigarro humea al otro lado)

Qué contestar si debo no estar camuflado y coronado por las espinas del tiempo.
(Madera desintegrada)

Cerca el caballo desbocado de dolor por herraduras clavadas en mis pies agujereados (mohosos por la humedad) y vueltos a secar por la sal del mar.

Negligé

Negligé en la playa.
El viento te peina.
Te enjoyan los rayos.
Te viste la arena.
Te calzan las algas.
Negligé en la playa.

Escarabajo

Vienes haces eses hacia mí,
negra bola tornasolada crujiente de sal.

Yo no abriría la boca si fuese una escultura,
porque quieto me río de tus torpes movimientos
de dirección dudosa.

Quizás huela mal.
Pero,

estamos en la misma barca de vela sombrilla,
rayada sobre arena microcosmos en la playa,
avanzando con remos hecho de extremidades.
E inevitablemente,

vuelas bajo haces eses hacia mí,
cosquilleas mi dedo gordo, te dejo ir
dibujo egipcio, súbdita pisada,
por los caminos de mi piel caliente
de venas y guaridas.

⚫️YVES SAINT LAURENT⚫️

- Hola. Buenos días.
- Hola. Buenos días. ¿Le puedo ayudar en algo?
- Oh, hum. Me gustaría comprar un antiojeras. El más potente que tenga.
- ¿Es para su novia, quizá para su madre?
- Bueno. En realidad es para un amigo.
- Ya veo. Tenemos la línea masculina de maquillaje de Yves Saint Laurent en aquella estantería. Acompáñeme.
- De acuerdo.
- (...)
- (...)
- Ya lo creo. El modo de vida contemporáneo es muy estresante ¿Por qué no aprovechar el poder de la cosmética?
- Bueno. En realidad a mi amigo le han pegado un puñetazo.
- Ah. Hum. ¿Se encuentra bien?
- Bueno. Digamos que necesita un antiojeras. El más potente que tenga.

Patatas fritas.


Salí del restaurante con un fuerte olor a patatas fritas en la ropa. Ni siquiera me quité los pantalones negros y llevaba la pajarita en uno de los bolsillos junto a las propinas que conseguí durante la noche. Los comensales japoneses habían valorado lo suficiente mi sumisión. Una mesa de 15 japoneses hablando bajo, como si estuvieran conspirando mientras comían croquetas. Cuando salí del restaurante uno de mis compañeros gritó a los lejos mi nombre. Quería que fuese con él, con ellos, a la discoteca en la zona alta de la ciudad: “para tomar unas copas y bailar, jugar a los dardos y poner a parir al jefe”. Me sentía tan solo que accedí. No había mucha diferencia entre coger el autobús a las 2:00 que a las 7:00. Sabía que salir con ellos supondría llegar al amanecer.
Montamos 6 en un coche amarillo. Yo iba en el medio de la parte trasera. Las propinas de aquella noche tintineaban en nuestros bolsillos a cada bache de la carretera de Madrid que nos llevaría a la calle Orense. – Mañana tengo un examen – dijo una - estudiaré por la mañana en el metro camino a la facultad -. La noche era tan oscura y el cartel de la discoteca tan flúor que al mirarlo me invadió una desagradable sensación que me revolvió el estómago e hizo que se me cayera todo el cansancio encima. Otro me dió un golpe en la espalda animándome (a morir) y entramos por el pasillo largo y enmoquetado que nos llevaría a una sala amplía con una bola de discoteca a la que le faltaban algunas piezas y que daba vueltas tontas.
Los grupos de personas se repartían por la sala cubriendo las esquinas. El camarero iba vestido como yo hace unas horas. No me moví de donde aterricé al llegar a la sala, de pie, como una escultura, temiendo que si me sentaba en alguno de los mullidos sillones me quedaría dormido. De repente, llovió confetti. Mi ropa despedía tanta grasa que se quedaron pegados como si fuera un payaso. Un payaso-escultura. Mis compañeros simulaban que estaban pasando un buen rato. Bailaban mecánicamente repartidos por cada una de las esquinas de la sala.

Mula

Otras manchas de luna 
falsa burra moteada de cráteres
Crines la burra y el caballo 
Primos monárquicos. 

Vuestro hijo subirá al monte cargará el doble de vuestro peso tus nietos 
burra y caballo contranatura desafían a la naturaleza condenados.

Vuestras fuerzas superan la raza Juan Ramón Jiménez diría hazlo ecologista.

El trece del zodiaco constelación mula

Cargaré sobre ella mi culpa mis uvas pisará mi aguardiente mula esclavo hijo gladiador de padre y madre caballo burra condenados al hijo estéril. 

Te haré sacas de pana amarilla 
Con las ancianas coseremos adn de oro 
Tus ojos se deslizan cazando los bolillos  m
Tú, la seca libre sin hijo no aprecia tu instinto 
Ese disfrute de crines  
Eres tu propio jinete 
Hijo de crucigrama sin resolver su carga es su sino 
Paras y miras al castillo, piensas que podrías cargarlo la Historia de las guerras salpicadas por el sol por los siglos

Acaricio tu morro de caballo montarte y llevarte lejos lejos. 
Sé que Zenobias y yo es demasiado peso para la poesía.a futura pulula entre higueras. 
Mula enjaulada en su sobreesfuerzo 
Eres rara ligera unas piedras deberían ir decorando tu tumba. Los tres te asedian uno en la cola otro en el pelo otro en el lomo hinchado por tu mula el semen parará después castigado como esquina las enciclopedias sobre ti pesan como insectos. 
Juan Ramón se aprovechará de ti musa mula futura futura futura pulula. 
¿Por qué no te llevó a Estados Unidos Zenobias y te montó en una barca en Florida? ¿Por qué no te puso flores en las orejas? Divides la tierra en dos tus ojos laterales ¿Qué es lo que te emociona mula? Ojos acuosos reflejados en el charco círculos concéntricos. 
Qué aburrimiento mula la piedra duele la pluma ¿Puedo darte un sorbito de coñac? Cola la avispa pica acaricia en tu futura mula pulula.

Vuelo

¿Desean leer la prensa?
¿Agua o Coca-Cola?
¿Zumo de piña o de naranja?
Si señor, se puede utilizar el ordenador durante el vuelo excepto en el despegue y en el aterrizaje.
Abróchense los cinturones.

Diez horas de vuelo hasta San José, Costa Rica, y un par de comedias americanas malas.

Decidí leer el Financial Times durante el vuelo para practicar el inglés. Me interesaba como los estadounidenses trataban el tema de Grecia, de Europa. Un tal Tony Barber destacaba en una de las columnas el creciente anti-alemanismo de los griegos y la mala gestión y corrupción previa durante años del gobierno heleno que les había llevado a esta situación en la que se encontraban entre la espada y la pared.

En la portada Barack Obama y Xi Jimping.
Pego un bocado a mi sandwich, doy un sorbo a mi café.

Decido probar la sintonías musicales: Smoke on the water versionada en clave jazzística.

Utilizo el ordenador hasta que la poca batería me lo permite. Leo sobre el número el total de servicios rurales en Nicaragua actualizados en 2009. Me levanto del siento para ir al baño. La gente camina por los pasillos, no quieren sufrir el síndrome de la clase turista en las piernas.

Una hora antes, todo sobre unas bandejas. Me dijeron que tendrían que ver que llevaba en ese estuche. Les pareció sospechoso. Resultó ser un bolígrafo de acero de Coca-cola.

El desayuno fue en la Terminal 4 y con los párpados a medio caer. No quise comprar nada en el Duty Free ¿Para qué? El perfume atrae a los mosquitos. Puede que no vuelva a utilizar nunca más perfume. Puede que a partir de ahora el dinero lo invierta en otra cosa.

Otra ojeada al Financial Times: “Francia está a favor de una Europa Federal”. Bye Europe, hola América.

Decido escribir durante un rato aprovechando las pocas turbulencias.

Telepatía

Corazón corazón
Trébol trébol
Cuadrado cuadrado
Picas picas.

Círculo círculo
Diamante diamante
Rombo rombo
Espadas espadas.

Café café
Cigarro cigarro
Beso beso
Abrazo abrazo.

Hoyo hoyo
Palacio palacio
Castillo castillo
Foso foso.

Espiral espiral
Cristal cristal
Neón neón
Solo solo.

Taxi taxi
Losas losas
Ventana ventana
Rosas rosas.

Ácido

Me dices que soy Rojo, Azul
y otros dicen que Amarillo.
Yo digo que soy Negro en tu cama,
te absorbo,
y Blanco en los bares,
les reflecto.
Y siete en Arco Iris cuando me llamas
por teléfono, tras la lluvia.
Y Tornasolada mi sonrisa tonta en la terraza
comiendo luz irritada por el martilleo
de las obras,
Gris, Gris Gris.
El Azul y el Verde muerden mi piel que es Rosa,
que es Color Carne.
Y esa sonrisa de dientes de Oro,
Y ese taparla con tus anillos de Plata.
Y tus ojeras ultravioletas.
Y me haces elegir entre los Pantones de vino
de la carta.
Siempre me gustó el Burdeos.
El Pigmento de tu fotografía
no es el mismo visto con mis rayos
Láser.

O Lince

A solidão do lince com
Um olhar humano,
Como o Adão tinha
Um olhar felino, repousa
E mastiga uma flor de esteva
Doce, pegajosa e
Cuspe com raiva
Como a Eva cuspiu
A primeira mordida
Da maça.

A Fotografia

Olho agora para ela fixo
O mate em branco e preto
O papel escorrega as lágrimas
De crocodilo egípcio
Mas o teu rímel não se estraga
Na imagem pulcra e surpreendida.

Fronteira



 A fronteira no meio do montado onde os corvos comem os mesmos grãos de milho.  A fronteira é um país por si mesmo: cidadãos árvores, cidadãos falcões. País de uma só rua principal Cheia de janelas abertas umas frente ás outras. O fumo dos cigarros dos vizinhos se mistura no ar O lixo na mesma lixeira, a mesma fome. São os gatos aqueles que têm linhas cruzadas de cores camufladas. A fronteira divide a faixa que divide a terra e passam os pólenes hermafroditas. As pétalas usadas para marcar as páginas, O granizo que faz dano ás pedras. A fronteira são dois países a recta imaginária que corta corpos irmãos O meridiano que muda as horas pelo dedo do sol O rio e os montes que separam Os tiros se cruzam direitos ao mesmo pato furta-cor os fogos de artifício rosas das mesmas festas As virgens de mármore se olham como se fosse espelho O arco-íris é a portaria. A estação central, as nuvens pretas magoam aos dois. são para os equilibristas para os fantasmas das alfândegas para perdidos turistas. A Fronteira são as guerras, as mãos abraçadas de novo as guerras as flechas quebradas pelas mesmas mãos de pães amassadas.

A fronteira é uma fortaleza.




                                                                                                                                          Olivenza, 2012

FERIA DEL LIBRO (deconstrucción)

Alberto espera en la cola impacientemente hasta que llega su turno.

  • Estoy muy nervioso. Me encanta su libro.
  • Oh, gracias.
  • He hecho todas sus recetas. Es mucho más guapa que en la tele.
  • Me alegro.
  • Sus postres son fantásticos. Y que buena idea la de incluir un delantal en la edición.
  • (sonrisa).
  • Hacer sus recetas hacen que me distraiga y no piense en nada por un momento.
  • Oh, gracias ¿Cuál es su favorita?
  • Su deconstrucción del banana split.
  • ¿Si?
  • Sí. Me ayudó a superar una relación amorosa.
  • ¿En serio?
  • Tu propuesta de picar la banana en pequeños trozos me relajaba mucho.
  • Oh. Entiendo.
  • Y utilizar una copa “tulipa”. Ya sabe, para cambiar de aires.
  • Debería experimentar metiendo todos los ingredientes en la picadora.
  • Oh, gracias, gracias. ¿Podría firmarme el libro?
  • Yo le recomiendo que para la próxima pruebe a hacer el pastel de carne. Era la receta favorita de mi difunto marido. ¿Cómo se llama?

Silencio nº 2

Estos domingos ya los tengo repetidos en el álbum.
¿Y si cuento los pasos hasta mi árbol favorito?
¿Y si cuento las olas que se producen en el estanque?

Todo con tal de cambiar este tiempo en el parque.

He inventado una fórmula para hoy.
300 pasos al frente y un giro de 90 grados.

Allí me echaré y abriré el libro por la página 35.

Sólo veré así, si la suma es positiva o si es
negativo mi intento de utilizar las matemáticas
contra los domingos que ya tengo repetidos.

Las nubes cargadas y las blancas multiplican vientos.
Mi cabeza es una calculadora porque no quiero sufrir
silencio.

21 rosas rojas en el rosal.
13 pajaritos comen migas de pan.

Utilizar la alquimia para convertir este domingo
en oro. Convertirme en la estatua central.

YVES SAINT LAURENT


YVES SAINT LAURENT (Zoo)

- Esa pantera negra me está mirando fijamente.
- Es muy elegante. Parece estar vestida de Yves Saint Laurent.
- Es como si me reconociese. Fíjate no para de mirarme y mover la cola.
- Siento decepcionarte pero sólo eres un trozo de carne para ella.
- Es la historia de mi vida. Hasta conocerte todas las mujeres sólo se interesaban por mi cuerpo.
- Parece que está interesada por lo mismo.
- No, no lo creo.
- ¿Qué insinúas?
- No insinúo nada, simplemente...Hazme un foto con ella.
- De acuerdo, ten cuidado, no te acerques mucho a los barrotes. Un poco más a la derecha…
- Clic.
- A ver. ¿Lo ves? ¡está sonriendo!
- No creo que esté muy contenta por estar encerrada en este zoo.
- Prefiero que esté aquí encerrada a que algún capullo la cace, la diseque y la ponga en su jardín.
 
*


YVES SAINT LAURENT (Tanatorio)

- No deberíamos haber venido.
- Ya te lo dije. Esto en realidad es como una reunión de trabajo.
- Mira esa ¿Cómo se puede venir de fucsia a un tanatorio?
- Puede que en su cultura ese sea el protocolo simbólico. Vayamos a verla. Allí es donde se toman las decisiones.
- No puedo creer que tu ascenso tenga que pasar por esto. ¡Ni siquiera la conocías!
- …
- …
- Mírala, ahora es sólo un trozo de carne.
- Así vestida de negro está muy elegante. Parece vestida de Yves Saint Laurent.
- ¡Mira, parece que ha sonreído!
- Debe ser efecto del maquillaje. No creo que esté muy contenta por que se aproveche su velatorio para hablar de negocios.
- Lo más probable es que estén hablando de que era una fiera en la cama.
- Qué capullos. ¿Cómo murió?
- Se cayó de uno de los árboles de su jardín mientras podaba.

Dèjá vu

- Parece que ésto ya lo he vivido.
- ¿Qué?
- Estar aquí contigo, sujetando esa taza de café en forma de concha y tú hablándome de tus padres.
- Un dèjá vu.
- Es como si observase un cuadro en movimiento desde dentro.
- ¿Cómo?
- Sí, como un fragmento de película en la que aparecemos y que fue rodada hace mucho tiempo.
- Es un simple fallo cerebral, no pienses más en ello.
- Hum.
- No deberías tomar más azúcar.
- Esa respuesta ya la he vivido conscientemente. La última vez que fui al dentista.
- Entonces ¿Cúal es la diferencia?
- Hum.
- Espera, esto yo también lo he vivido antes. Ahora empezaremos a discutir.
- No esta vez. Iré al baño y me marcharé para siempre.
- ¿Cómo?
- Sí, no quiero volver a tener la sensación de haber vivido un momento tan aburrido como este más de una vez.
- ¿Qué?
- Ya no estaré nunca más en tus fallos cerebrales.
- Espera, oh, acabo de tener otro dèjá vu ahora mismo. Justo así, ahí levantada con ese vestido de flores y el flequillo erizado.
- ¿Lo entiendes ahora? Venga, dime que haré ahora.
- No sé, por favor, haz algo que ya haya vivido conscientemente, algo que hagas normalmente, rápido...
- Iré a pagar la cuenta.

Peluquería II.

El pie del peluquero presionaba la palanca que hacía subir poco a poco mi asiento frente al espejo y que marcaba los segundos de silencio incómodo. Me preguntó mi nombre y yo siempre había querido llamarme Mario. Mi diagnóstico era el siguiente: crecimiento de pelo en la nuca alto, entradas incipientes, cabello lacio. Quería que desapareciera de mi fantasma aquella melena de Cristóbal Colón. Pedí que mi cabeza quedase con el menor pelo posible pero se negó. Debí aprovechar para relajarme, pero no lo conseguía: las venas de mis sienes palpitaban al ritmo de la electrónica y estaba cegado por los focos. Yo no paraba de hablar. Le dije que no creyera que porque estaba moreno era una persona feliz; y que suponía que la fidelización del cliente era fundamental para sostener su negocio. Explicó lo que me haría y yo no le entendí muy bien. Recuerdo algo de capas internas y externas. Le dije sorprendido que era como hacer escultura aunque en el fondo pensaba que era como hacer jardinería. A mi cuello se le exigía ser como el de un maniquí. Mi cara a veces quedaba enrejada por el flequillo y en otras mi frente brillaba monstruosa. De repente, las tijeras saltaron de sus manos al suelo. No importaba. Yo estaba cruzando el espejo para ir al otro lado. Llaman al teléfono y me quedé solo con un moño y torturado por unas horquillas. A la vuelta su cepillo saltó de sus manos al suelo. No importaba, yo también había tomado mucho café y no conseguiría dibujar un círculo perfecto. De repente, la laca nubló mis ojos. Por supuesto que pensé en la capa de ozono. Me dijo que ya estaba, que estaba muy guapo, que era como James Dean. Cuando llegué a casa para borrar toda firma de mi cabeza y cuando desnudo en mitad de la ducha se cortó el agua caliente, más bien me sentí como James Dean al que le había caído un cubo de agua que había sido colocado estratégicamente en el quicio de la puerta.

Pelea de gallos (Canción de cuna)

Kikirikí, son armas blancas de crestas rojas.
Kokorikó, los niños misquitos cavan sus fosas.
Kikirikí, sabrosa sopa sabor a violencia.
Kokorikó, mejor que morir por una verduga vieja.

Kikirikí, a las cinco cacarean nuevo día de pelea.
Kokorikó, para saber quién irá hoy a la caldera.
Kikirikí, rodeados de maíz los gallos se entrenan.
Kokorikó, y en los círculos hoyos se pelean.

Kikirikí, córdobas y dólares se mezclan en barajas.
Kokorikó, al viento parecen abanicos de navajas.
Kikirikí, tantos fratricidios cayendo plumas.
Kokorikó, en esquinas relamidos esperan pumas.



                                                                                        Laguna de Perlas, 2012.

1/2

¿Dónde estás nadie?
¿Qué estarás haciendo ahora alguien?
Remendando tus zapatos quizás
Apagando fuegos o aflojando tu corbata.
¿Me escuchas? Esta puerta que abro es real
un principio abierto sin final
¿Bailas conmigo? ¿Qué edad?
¿Tus padres y los míos se conocían?
¿Es el tiempo una cuestión de necesidad?
Estas palabras te conforman más allá
Del espacio que nos separa
¿Nos cruzamos en el metro aquella vez?
Si fuiste tú quién me sirvió aquella carne
estaba cruda ¿Soy tú?

03:11 a.m. (Canción de cuna)


Platito volante atraviesa una nube negra 
directo a la selva
directo al claro
directo al puma que vuela absorbido por la aureola de haces
tornasolados. Asciende rubio ceniza las garras ligeras, la cola tiesa, 
dejando caer el conejo de su camisa estampada, lo colocan en el tubo que a otros retuvo. Mudo el puma en baba sumergido, callado su rugido, es peor que ser convertido en abrigo. Platito volante extrae un átomo fiero, lo sacan del tubo, lo depositan de nuevo directo a la selva, directo al claro, directo el puma que cae atontado.



                                                                                      Matagalpa, 2012.

Humphrey Bogart

- Pásame la cubitera, por favor.
- Odio que fumes. Las colillas tardan dos años en desintegrarse, ¿lo sabes?
- Habla con Humphrey Bogart, es el culpable de que lo haga.
- Hablaré con Lauren Bacall. Debe de haber sido la mayor fumadora pasiva de la Historia del Cine.
(Sacan el tablero y lo posan sobre la mesa, descorchan la botella)
- Humphrey Bogart tenía una horrible voz nasal, nada parecida a una flema sexy y viril.
- Quizás la culpa de que fume la tiene su doblador.
- Además, los pantalones por encima del ombligo no le sentaban nada bien ...
- Eso era debido a que los personajes a los que interpretaba cargaban pistolas en los bolsillos.
- Aunque tengo que reconocer que el frac blanco sí le caía ...
- Dejaré de fumar esta misma tarde si es lo que quieres.
- Mejor preguntemos.
(Enciende una vela, apaga la luz, juntan sus dedos sobre el vaso).
- ¿Debería dejar de fumar, Mr. Bogart?

Eco


Como exprimir lo que me dicen las montañas si no me hablan, si son tímidas. Cada cientos de años sus mundos interiores explotan sólo frente a buenos amigos. A ellos los matan, los cubren de sabiduría lava, queman sus pecados en el Gran Ritual. Como reflejar lo que el eclipse te hace sentir si es él quién te observa a ti. No podrás bailar en la ladera, los granos de la cara serán café si caes. Por muy estampado que sean tus pantalones te camuflarás. Siempre habrá un rojo sangre, una púrpura cicatriz. Como charlar con las montañas si no hay lenguaje de signos, si mis manos son como gotas de lluvia, si se me devuelven las palabras con el rencoroso eco que retumba. No podrás sentirte totalmente fuerte cuando tus tobillos sea dislocados por raíces sobresalientes. Por muy fetal que sea tu posición no conseguirás que piensen que sólo eres una piedra en el riachuelo que saltar. Las hojas del banano miden más que tú.


                                                                   
                                                                        San Ramón de Matagalpa, 2012

Zinc (Escuela)

Las aulas jaulas de libertad, zinc,
los niños se abrazan
en el patio de árboles centenarios.

El polvo melancólico entre horas,
el 3x5 os hará justos, los paralelos y meridianos
también se cruzan en vuestra tierra.

Soy español y os debo una disculpa
niñas futuras pero ya no tengo escapatoria
después de pisar vuestra biblioteca: mis
pensamientos son mestizos, mis
sentimientos mulatos.

Las sillas son todas diferentes y vosotros
niños iguales. Los libros de Historia prestados,
os sirven para tachar las frases occidentalizadas.

Soldaditos de blanco y marino dan azul cielo.

No lloréis, que las lágrimas no emborronen
la lección de Ciencias,
descargad la rabia en las canastas y
buscad la cara de Dios en la pizarra.

Las matemáticas explicarán las constelaciones,
la lengua española hará que expreséis vuestros
desacuerdos y perfeccionéis las explicaciones.

Niños semillitas que explotáis,
pedid atentos al Profesor que os regará.

Sed politeístas con él.

                                                             
                                                               Colegio San Sebastián, Ticuantepe, 2012