A F. Masoud


Te veo en los ojos de todas la chicas, Fátima,
en la oscuridad de la retina rasgada que corta
el parpadeo maripóseo de la negras pestañas
frondosas como la selva verde que amenaza.

Fátima, te rozo en todas las pieles
en las barbillas barbilampiñas en
todos los lunares izquierdos sobre
los labios sabor a arena de playa.

En todos los azabaches de las crines
en los enormes ojos, de nuevo, en
los pechos de aguacate, en las manos
menudas y santas, en las uñas rojas
sobre nicotina amarilla, Fátima.

Te veo reflejada en el Lago de Nicaragua
en la Laguna de Masaya.

Cuando vomité los frijoles, es asqueroso,
lo sé, me miré al espejo y te vi, Fátima.

El veneno de la víbora no me afecta porque
te tengo como antídoto, los monos aulladores
callan a mi paso porque saben que te veo,
Fátima.

El azufre del volcán no me intoxica para mí
es perfume y los tucanes son mis peluches
cuando duermo y te sueño.

En los delirios de las vacunas me siento
con los pies en la tierra porque esta tierra
que piso por primera vez ya la pisé antes
en tu moqueta, Fátima.

                                                              
                                               Ticuantepe, Masaya. Nicaragua  Febrero 2012