Notas sobre cómo ser escritor


Empezar por el final. Escribo por una sola razón: la soledad me obliga. Me obliga a matar el tiempo para no sentir el aburrimiento. Algo hay que hacer cuando uno se siente especial, y hay que aprovechar los esfuerzos que se han hecho por mantenerse al margen hasta llegar a ese punto en que la única persona que podría ser tu amigo es tu padre, ya anciano, que reclama un poco de paz y no un hijo-amigo. Leer es escribir más tarde. Elige algunos autores al azar. Estudia sus biografías y copia o desea ser tan interesante como ellos. Luego ya tendrás tiempo de escribir. Pasea tu saco de huesos por bibliotecas, museos, cementerios y otras heterotopías. Hay una razón por la que estás en una biblioteca: las filas de libros son trincheras que te protegen. No eres un extraño en ellas. Quieres ser escritor pero sólo te gustan las portadas de los libros: su color, los títulos de las obras y encontrarlos por sus signaturas. Desea a los amantes de los escritores que has elegido leer al azar. Busca entre las miradas furtivas de la sección de "Poesía y ensayo francesa", en los silencios y en la forma de agacharse para buscar un libro en la estantería más baja. Esta búsqueda también vale para el supermercado. Bebe alcohol sólo si tus autores favoritos lo hacen. Pero escribir algo con sentido borracho está reservado a unos pocos. Di a las pocas personas que conoces que eres escritor. Si insistes acabarán creyéndolo. Léeles algo de lo que has escrito sin que te lo pidan. Persígueles si es necesario, y luego no vuelvas a leerles nunca nada. Más tarde irán a ti para preguntar. Pensarán que el hecho de que no vuelvas a insistir implica que has escrito algo interesante, algo que quieres ocultar y que por ende, que podría interesarles. Ten periódicamente bloqueos creativos, incluso antes de empezar a escribir nada. Intenta escribir lo menos posible. Cuando lo hagas, lo que escribas tendrá más valor. Combina libros de bolsillo de ediciones baratas con la lectura de enciclopedias que pesen más que tú. Ojea en los puestos y en las librerías pero nunca compres nada. Ahorra. Siempre hay algo en casa que todavía no has leído. Devora las lecturas fáciles y a mano: los componentes de lo que comes o del gel del baño. No leas mientras estás sentado en el váter, quizás sólo lo que escriben algunos autores o los que dicen ser tus amigos. Di que hay que vivir primero experiencias interesantes e intensas para luego tener material con lo que escribir, pero nunca hagas nada. Pasea mucho por los parques, pon cara de que la naturaleza te fascina aunque en el fondo no sientas nada. Crítica a otros autores aun no habiendo leído sus obras. Critícate a ti mismo pero teniendo siempre en mente que eres genial. Lee sólo los estudios sobre ciertas obras, los prólogos de las diferentes ediciones o entrevistas del autor sobre la obra, nunca la obra en sí. No muestres que te sientes feliz. Todos sabemos que la felicidad no existe. Y además la felicidad es enemiga de estar maquinando nuevas historias profundas y oscuras que podrán servirte como material para un microensayo. Afirma que entiendes a Borges. Inmediatamente después habla de su ceguera y de que el último color que vio antes de quedarse ciego fue el amarillo. Pasa a hablar de los colores. Busca los lugares comunes, en especial “La Gaviota” de Chéjov. Escribe sólo títulos, los títulos de tus propios poemas, nouvelles, ensayos y dramas. Sólo títulos, luego ya tendrás tiempo de escribir las obras, o de producir una sola sólo de títulos. Escribe cartas a tus amigos diciendo que estás escribiendo mucho, aunque no sean amigos y aunque no sea verdad, en ese momento estarás escribiendo algo y eso es algo que no podrán negarte. Puedes escribir en servilletas de bar, pero no te limpies luego con ellas: la tinta va a los dedos y de los dedos a la camisa. Todos sabemos lo difícil que es quitar la tinta. No gastes dinero en papel. El mundo está lleno de espacios donde poder escribir. Los dorsos de las facturas y de las amenazas, las páginas finales de los libros, el papel higiénico, las paredes. Mantén tu atractivo mientras destrozas tu belleza. Fuma un cigarrillo tras otro sólo delante de la gente. Llora de vez en cuando, luego ríe desmesuradamente. Que vean que puedes escribir tanto comedia como tragedia. Lee de vez en cuando los resúmenes de los capítulos de “El Quijote” que hiciste en el instituto. Todo lo que escribas destrúyelo. Perfecciona tu tiro a la papelera, luego ganarás a tus amigos al baloncesto. Vive a costa de la gente que tienes a tu alrededor. Ellos piensan que los escritores malviven. Aprovéchate de la situación. No te tomes en serio, pero cuando otros no lo hagan, indígnate. Reflexiona de vez en cuando sobre lo que quieres conseguir escribiendo aunque en el fondo estés pensando en dinero. No hables mucho. No te delates. Ahorra palabras. Pinta, diseña, esculpe. En resumen: no escribas.

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