La última doncella (cowboy)

El cowboy se desvistió pausadamente y el sombrero y las pistolas y los calzoncillos largos fueron parafernalia. Se quedó vestido por los pelos. Metió con cobarde tiento los pies en la bañera humeante y hundió todo su cuerpo. La barba prominente destellaba reflejos. La bañera era de acero y madera quejumbrosa coronada en la popa con una cabeza de caballo. El cowboy agarró con delicadeza la campanilla y la hizo sonar. La puerta entornada se abrió completamente y pidió a la doncella que le hiciera el favor de que le afeitase. Con el delantal de volantes blanco bruma le secó la cara y quedaron marcadas todas sus cicatrices. La doncella se vio a sí misma en ellas mientras quedaba embriagada  por el vapor. Con la navaja en el cuello le tenía a su merced. La doncella se desvistió pausadamente, y el delantal y el vestido y la cofia fueron parafernalia. Dejó caer la navaja en el agua. Mientras el cowboy la tentaba en el fondo, la doncella se puso los calzoncillos largos, se ajustó el sombrero, se enfundó las pistolas, y atravesó la puerta.

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