2 kilómetros de puente (A Adelien)

observar el atardecer desde la entrada del Puente 25 de Abril es como poner la guinda a un pastel de nata hecho por las manos delicadas de una monja que jamás tocó sus pechos

(Camino rápido como un rayo matando ovejas)

Soy un guiño en un vagón de metro atestado de gente.
Mis pensamientos corren breves como las bolas en la jaula del bingo.

No volveré a querer a nadie. Tú serás la última.

El que de pie, siente que la cabeza está enterrada en la tierra.
Los pies pesados levitan, el agua y el aceite se mezclan.

El que templado, en su punto de combustión espontánea
sin querer hablar, haciendo de la cocina Tierra Santa y del baño celda.

Mis pupilas dilatadísimas por la excitación de vivir vendados
por un jirón de camiseta de flores gastadas.

Las veinticuatro horas con la manzana sobre la cabeza.

Afeando mi cara, dejando crecer el vello hasta que caiga al suelo.

Los pasos de pato perseguido por el zorro al que persigue el cazador gordo.

La manta del imán a 40 grados. La balanza con hierro y paja.

La alhaja bien diseñada pero falsa. La sonrisa postiza bien fijada.

La rima en a asonante cabalga sin estribos ni silla embarazada
arriesga a chocarse.

La tinta china y la pluma a desparramarse
sobre la mesa de mármol fría y expectante.

Vomito a mitad de garganta, limbo eterno y delirante.

Paz finalmente en silla de ruedas o guerra con fuegos altos, lindos y destelleantes.

(Risa entrecortada
respiración asistida
cuerpo tambaleante)

Ducha fría en verano, siesta transtornante.

Labios rojos de hedor repugnante.
Postales de la ciudad de Gante. Adelien, estás ausente en esta red social astral vibrante.
¿Puedes oírme?

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