Gato negro

Salí del hotel apresuradamente y de repente me encontré a menos veinte grados centígrados. Encendí un cigarrillo. El frío que llegaba del Mar Báltico inundaba mis pulmones a cada calada. No conseguía fumar ni respirar bien. Decidí entonces acercarme al lago en la parte trasera del Hotel Varzina para ver si podía calentar mi cuerpo lo suficiente para poder fumar. Caía la noche y mis pies se hundían en la nieve a cada paso. Miré fijamente al lago que estaba helado; tuve la tentación de intentar andar sobre él pero no lo hice. Saqué del bolsillo una pequeña cometa hecha con palos de madera e hilo de colores. Para entretenerme decidí colgarla de la rama de un árbol, quise que empezara la Navidad. Me alejé de vuelta al hotel y observé la rama desde la puerta trasera con la cometa colgando. Inmediatamente apareció en escena un sigiloso gato negro, en fuerte contraste con la nieve. Se paró justo debajo de la rama decorada. Él no me veía. Era una estampa extraña. Allí quieto durante un minuto continuando con el ritual.

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