Derrota

Tengo un antiguo amante, independiente, no neurótico, que es muy fanático del Real Madrid. Encontré entre sus lecturas en la mesilla: "Los mejores discursos de Florentino Pérez". Simulo que me gusta mucho el fútbol, sólo un poco, tengo familia que son buenos árbitros, alguno arbitra en primera, pero también puede hablar de Dostoievski, y eso me tranquiliza. Entre Eurovisión y un Madrid-Granada, hacemos zapping entre ambos. Yo le cuento que vivo cerca del Bernabéu como táctica para enamorarle más. En un partido importante, sólo me interesa si hay penaltis finales, como en el amor. (En secreto escondo que soy más del Atleti). Él pretende que sea una relación federada. Con carnets y palco a la serenidad. Yo sería más bien un aficionado que la monta, vitorea cuando no debe hacerlo y comenta los cortes de pelo de los futbolistas. Con él busco el empate, tampoco ganar. Siempre declina ver los campeonatos de patinaje artístico. Al menos, estamos de acuerdo con que los looks de los patinadores nos horripilan. Al menos, tengo una voz bonita, puedo retransmitir un partido con la cadencia de un poema (concentrándome). De blanco va la novia, de blanco va el Madrid, bromeo. Cuando pierde, no se lo toma mal. Al contrario, me abraza, como diciendo, sé el portero de mi derrota.

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