Agua Bendita

Hoy una de mis hermanas, mientras dábamos un paseo, me dijo que si quería entrar a una iglesia a rezar para que nos fuera todo bien por si acaso. La iglesia en cuestión en su exterior era tan bonita, tan antigua, tan blanca marmórea, tan imponente, tan sobria, tan pura en sus columnas, tan delicada en sus escalinatas, tan solitaria en la puerta y en su cruz en lo más alto, tan reposo de paz, con, imaginaba, frescos tan impresionantes, con esculturas tan bien restauradas, con tumbas de gente tan importante dentro, con bóvedas, visualizaba, tan de cañón, tan fuerte después de terremotos e incendios, tan hogar de desamparados, con una campana tan gigante, un órgano tan bien afinado y unos monaguillos tan simpáticos, que me puse triste y le dije: no, no quiero, mejor vayamos a sentarnos frente al mar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario