"Mi podólogo fue mi primer amor"

Cuando era pequeño, por lo visto, tenía los pies planos. Mis padres repararon que de la vuelta del cole, tenía algunas heridas en la piernas por caerme. No hacía bien el juego del catwalk hasta mi casa. Me llevaron a un podólogo, el mejor de la ciudad, imagino, por la inmensa elegancia de su consulta. Me pusieron unas botitas de Frankenstein durante un tiempo, yo, que ya era extremadamente presumido, supe salir del paso, exigiendo combinarlas adecuadamente para que pasaran desapercibidas. El podólogo cinceló mi puente como el de Nureyev. No he visto mejor bailarina que mi hermana Fernanda, pero yo también quería, y más siendo preparado para las puntas por ese doctor. Pero el entorno me obligó a jugar al fútbol sala. Me asignaron el puesto de delantero, pero chupaba mucho banquillo. Yo sólo pensaba en la actuación de mi hermana con su compañía bailando "Los Planetas", de Gustavo Holst. Mi hermana hacía de Urano. Qué belleza. Nadie me puso una pistola para jugar al fútbol, pero quizás fuera un proto Billy Elliot. Me recuerdo en la consulta del podólogo, maquetas de aviones sobre los muebles, visualizándolas con la perspectiva del Cristo de Mantegna. Me sentía fenomenal, como en una galería de arte. Creo que mi podólogo fue mi primer amor.

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