Careta

Al despertar me dolía la cabeza. Una ducha escocesa, mitad caliente, mitad fría, me calmaría. Froté con extraña decisión detrás de mis orejas como si me estuvieran creciendo gomas. Decidí que ese día sería uno de ellos en los que utilizaría ese gel exfoliante sobre mi cara. Eau Thermale Avène Cleanance 400 ml.Tanta melena incomodaba. Mis pómulos resaltaban como piedras, los labios como peces, los párpados como huevos cocidos. El mentón como quijada de pony, la nariz como de goma de payaso, las cejas como orugas. La frente como un desierto, las sienes como oasis y las patillas como carreteras sin salida. En la cara está todo: las ventanas del alma. Ciego momentáneo de espuma: las orejas como sarcófagos, la barbilla como acantilado y entre ceja y ceja, un tercer ojo. Las pestañas goteaban como tejados al alba, las entradas: de cine. Los orificios nasales, cuevas, la lengua, serpiente, y los dientes, murallas. Salí de la ducha como nuevo. Sequé mi cara, y la toalla era una sábana santa, y al mirarme frente al espejo, vi reflejada una careta nueva, refrescante, sin poros negros, de pensamientos blancos, dispuesto a ceñir el entrecejo, dispuesto a volver a quitarme esa careta a la mañana siguiente tras pasar otras 24 horas en Madrid.

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